Este verano descubrí las canteras mallorquinas. Me enamoré ciegamente.
La isla está sembrada de ellas. Pero es extraño… no se ven… de repente te ves atrapado por sus paredes.
Dicen que cada casa de Mallorca hecha con piedra de marés tiene su negativo en una cantera escavada en la tierra. Me encanta este concepto. Me lo imagino así…
En Mallorca disfruté de largas charlas con Toni Alomar, arquitecto, mallorquín, entrañable, seductor, padre de nuestro amigo Toni. Arquitectura, Mallorca, pintores, libros, aventuras, experiencias… podría pasar mil horas escuchando a este gran personaje. Junto a él me enamoré de la caliza mallorquina, la piedra de marés. Es tan especial esta piedra que proporciona una calidez extrema a las viviendas que se construyen con ella. Me fascina.
Fuimos en busca de las canteras entre los árboles y las zarzas. Sin darnos cuenta, unas inmensas paredes empezaron a crecer. Más bien éramos nosotros los que empezamos a bajar.
Y de repente, la inmensidad absoluta. Excavado en la tierra, un cubo casi perfecto. Silencio. Vacío. Impresión. Es sobrecogedor.
Las paredes que nos rodeaban nos mostraron con sus cicatrices cada extracción. Y nos contaron sus secretos…
Gracias familia Alomar , Sonia y Asha por este descubrimiento maravilloso.
Hasta la vista, vacío perfecto…