Hace unos días viví una de esas experiencias que perduran en el recuerdo. Simplemente fue perfecta.
MOERAKI ha sido un gran descubrimiento para mí. Su filosofía, su estilo, su tranquilidad… pura vida y puro ritmo Slow Life. Conocer a Olga y a Patricia me ha encantado. Una buena charla, dulces, estilosas, encantadoras… Me sentí especialmente cuidada. (Sois maravillosas!)
Decidí apuntarme a su taller de Cocina Sensorial con algunas de mis amigas 2.0 (en realidad ahora ya 1.0), Maite, Anna y Esther. Además volví a ver a Marta, mi profe favorita y artista detrás de la cámara a la que admiro profundamente. (Chicas… Me encantó pasar el Sábado a vuestro lado!)
Ese día fue MI DÍA. Desde que nació mi Little Pep hace ya seis meses, no había pasado un día entero sin él. Cosas del amor de madre…. y de dar el pecho! Así que me armé de valor y dejé a mis chicos solitos.
Can Bonet fue el lugar elegido para el evento. Una masía preciosa del Empordá. Pájaros, un riachuelo, árboles preciosos, el campo, el color verde, los olores naturales… El paraíso.
Bienvenida fresca con aguas aromatizadas. Deliciosas. Y qué me decís de esa linda amapola? Esther, ideal como siempre!
Allí conocí a personas encantadoras, dispuestas a sacar todo el jugo a las palabras y consejos de Mía. Ella, el alma de Albahaca Fresca, llenó de dulzura y sabores las horas. Nos retó a crear nuestra ensalada, inspirándonos entre verduras frescas, quesos, flores, pasas, frutas, miel… usando los cinco sentidos. A aliñar con creatividad, con riesgo, con emoción. Inspirarse fue aún más fácil gracias a la vajilla que Arianna, de Blowawish creó especialmente para la ocasión. Maravillosa.
Yo me animé con una ensalada de tonos rojos. Unas láminas de tomate, fresas y cerezas, queso, rodajas de naranja, pistachos y pasas, aliñado con aceite de oliva, zumo de naranja, pistachos machacados y albahaca fresca.
Después nos adentramos un poco en el bosque, protegidas del sol por una cúpula de hojas verdes y allí, todas sentadas sobre una manta, fotografiamos nuestros platos buscando juegos de luces y sombras, reflejos. Un rato largo y tranquilo de charla, compartiendo proyectos que todas esperamos que pronto vean la luz.
Comimos a la sombra, todas sentadas en una mesa preciosa, preparada con mimo, con detalles naturales y cálidos. Y allí, degustando las maravillas que Mía nos preparó, fueron pasando las horas. La tarta de bizcocho, mascarpone y cerezas estaba espectacular…
Un ratito compartiendo té sentadas sobre la hierba fue la despedia de esta gran experiencia. Os prometo que el estado zen me duró unos cuantos días.
Olga, Patricia, Mía… y todas las demás, cada una con su especial aportación, mil gracias!
(Por cierto…mis chicos sobrevivieron súper bien! Mis héroes!!!!! )
PD | Esta experiencia me ha recordado mucho a la que viví hace ya casi un año de la mano de Gang and the Woool.